Hace ya más de 400 años desde que se creó la primera bolsa de valores en Amsterdam. Desde entonces, inversores de todo tipo se aproximan a esta actividad a través de un proceso de prueba y error. Con demasiada frecuencia confunden la inversión estructurada con un proceso de juego a corto plazo ligado con la especulación, justo lo contrario. La primera actividad busca la gestión y prevención de riesgos, y la segunda, la obtención de rentabilidad como principal objetivo.
Sin embargo, invertir no debería centrarse únicamente en la búsqueda de rentabilidad. Cada objetivo debe tener una prioridad, en los de corto plazo por ejemplo, debemos priorizar la disponibilidad y la baja volatilidad frente a la rentabilidad.
Es por ello que es habitual que los inversores se desvíen de sus objetivos y necesidades reales. Un ejemplo de ello es lo que le sucede al lobo de nuestra siguiente fábula:
Esta cuenta como un asno se encontró con un lobo y, en su intento de escapar, se inventó que tenía una espina clavada en una de sus patas traseras, pidiendo al lobo que le ayudara para no atragantarse al comerle. Cuando el lobo se acercó, el asno le propinó tal coz que sus colmillos saltaron por los aires. Tras esto, el lobo afirmaba que le había ocurrido por meterse a cirujano cuando era carnicero.
Esta fábula nos enseña que si queremos llegar a una meta, no podemos perder la concentración en nuestros objetivos, independientemente de lo que esté sucediendo a nuestro alrededor. Para entenderlo, vamos a emplear a los personajes de nuestra fábula:
i) El lobo que tiene como objetivo comerse al asno: en el mundo financiero, el lobo sería el inversor, cuyo trabajo es diseñar un plan para alcanzar los objetivos plasmados en la política de inversión (comerse el asno). Si bien es cierto que hay lobos más astutos y con más recursos que otros, si el plan no es el adecuado y no hay disciplina en su seguimiento, es muy probable que el resultado no sea el esperado.
ii) El asno que se focaliza en escapar del lobo: en este caso, el asno representa los objetivos del inversor que, en muchas ocasiones, son esquivos. Las razones pueden ser diversas: condiciones macroeconómicas adversas, influencia de noticias positivas/negativas, consejos de amigos y conocidos, etc. Son los elementos externos que rodean a los mercados financieros los que intentan distraer al inversor de sus verdaderos objetivos y hacer que se pierda en una vorágine de información desorganizada y sin filtro.
Entre esa información se encuentra, en muchas ocasiones, un mantra acerca de la posibilidad de obtener retornos muy elevados mediante la inversión en un número reducido de compañías. No obstante, esto es una moneda de doble cara y, de salir cruz, las consecuencias pueden ser muy negativas para el inversor. Y lo que es peor aún, la probabilidad de que obtengamos esa cruz es mucho mayor de lo que se pudiera pensar a priori.
Además, muchos inversores desconocen los riesgos de la concentración, principalmente porque nunca los vivieron y no es algo que se pueda tangibilizar si uno no lo sufre. Así pues, vamos a aportar una serie de datos acerca de los riesgos que entraña concentrar las inversiones en unas pocas posiciones y mostrar al inversor la importancia de la diversificación:
En primer lugar, en torno a un 75% de las empresas de todo el mundo no viven más de tres años
En segundo lugar, a nivel global, el 98% de todas las empresas no tienen 50 empleados, por lo que son pequeñas y medianas empresas. Y menos del 4% duran más de 10 años
En tercer lugar, si nos fijamos en empresas ya maduras e institucionalizadas como pueden ser las empresas cotizadas, hay datos similares. Para ello, analizamos las empresas que han formado parte del índice de referencia Russell 3000 (que incluye 3.000 empresas americanas, o lo que es lo mismo, el 97% de las empresas cotizadas de EE. UU.) desde 1997 hasta 2021:
- Menos del 15% (≈400) de las empresas que componían el índice en 1997, continuaban en este a cierre de 2021, esto quiere decir que el 85% han desaparecido
- El 1,2% de las empresas (≈35), en media, han generado el 50% de la rentabilidad de cada año del índice y éstas no fueron las mismas todos los años. Esto es debido a que los índices generan mayores retornos que la media de las empresas que la componen, porque anualmente hay un número muy reducido de empresas que son las que “tiran” del índice hacia arriba, esto significa es muy muy superior la probabilidad de éxito (generar rentabilidad anualmente) en un índice que invirtiendo en un grupo reducido de empresas.
- El 38% de las empresas obtuvieron rentabilidades negativas cada año, siendo este porcentaje del 56% (≈1.700) si atendemos a aquellas que han obtenido rentabilidades inferiores a las del índice. Esto significa que más de la mitad de las empresas de las 3000 del índice obtienen rentabilidades por debajo del índice, y que el 38% pierden dinero anualmente.
Además, de todas las anteriores, el 7,2% de las empresas (≈215) pierden más del 50% de su valoración en un único año.
Viendo los datos anteriores volvemos a nuestro primer objetivo con nuestro patrimonio, que es preservarlo. Para preservarlo, debemos diversificar como primer punto, en todas las clases de activos que invirtamos, financiero, inmobiliario y empresas. El segundo objetivo será hacerlo crecer, con el riesgo y exposición que marquen nuestros objetivos en la política de inversión.
Por lo tanto, y viendo los números del análisis, queda claro que estar invertido en pocos negocios expone al inversor a riesgos siniéstrales de pérdida de valor irrecuperables, y que, en vez de ser casos aislados, el porcentaje de fracasos empresariales son más habituales de lo que uno pudiera haber imaginado. Y pensar que vamos a ser capaces de elegir a las mejores empresas en todo momento de manera consistente, nos parece algo arriesgado como inversores.
En conclusión, de la misma forma que la fábula se utiliza para enseñar el valor de la prudencia para evitar riesgos, los más de 400 años de historia de los mercados financieros pueden ayudar a los inversores a contrastar ciertas creencias y diseñar un plan de actuación acorde a sus necesidades y objetivos. De esta forma, evitarán posibles errores y dispondrán de un marco de actuación claro en todo momento, primando la diversificación y control de riesgos sobre la generación de retornos per se y nivelando el nivel de riesgo asumido en cada objetivo plasmado en su política de inversión.
La información difundida en este blog tiene una finalidad únicamente divulgativa. Cada persona es responsable de su política de inversión y Finletic no asume ninguna responsabilidad sobre sus acciones. La información está actualizada de acuerdo a la fecha que indica cada artículo.