Al invertir es habitual que nos hagamos preguntas de todo tipo, estando muchas de ellas ligadas a la idoneidad de las distintas opciones disponibles. Quizás, una de las inversiones que más controversias genera, por su dispersión de resultados en el corto plazo, es la renta variable, que, sin embargo, es una clase de activo fundamental para hacer crecer nuestro patrimonio en el largo plazo. No obstante, incluir renta variable en una cartera de inversiones no es que sea bueno o malo per se, sino que depende de los objetivos del inversor. Es como si tuviéramos un martillo, podemos usarlo para construir una casa o para destruirla. A continuación, vemos dos gráficos: i) gráfico izquierdo: evolución de la renta variable en EE. UU. durante los últimos 40 años y, ii) gráfico derecho: evolución de la renta variable en EE. UU. durante el año 2020.
Como se puede comprobar, el inconveniente de la renta variable es que los retornos no se producen de manera lineal, sino explosiva, y hay que tener el conocimiento, proceso y sistemática necesaria para sobrellevar los momentos de inestabilidad en el corto plazo. La alternativa sería no asumir esta volatilidad, aunque nos conduciría a un empobrecimiento lento pero seguro, ya que no seríamos capaces de defendernos de la inflación, gastos e impuestos.
Buena muestra de ello es que, conforme incrementamos el tiempo que permanecemos invertidos, mayor es la probabilidad de obtener resultados positivos:
Por consiguiente, invertir en renta variable con un horizonte de corto plazo nos acerca más a la especulación que a la inversión. Mientras que hacerlo a largo plazo, por sus características intrínsecas, nos permite hacer crecer el patrimonio. Estas características podemos resumirlas en tres:
I) Contemplan el segmento de la economía que más crece
El progreso de todas las compañías pasadas, actuales y futuras, es lo que más contribuye al crecimiento del PIB mundial, que está formado por la riqueza de familias, empresas y gobiernos. Estos tres grandes grupos han crecido durante los últimos 200 años en agregado a una tasa de 3% en términos reales, o lo que es lo mismo, descontando la inflación.
Quitando los gobiernos, que en general no generan riqueza, salvo raras excepciones, las empresas generan más valor que las familias. Si aislamos el crecimiento de las empresas, estas lo han hecho a una tasa de inflación + 11% anual de media. Esta cifra incluye las empresas que cotizan en bolsa y las que no, pero si solo nos fijamos en las que cotizan, el rendimiento es de inflación + 5,5%, cifra que, como vemos en el gráfico inferior, acumulada en el tiempo crece de manera exponencial por el efecto de la capitalización compuesta.
Estos números se corresponden con una inversión en todas las empresas del mundo de forma diversificada y ponderadas por su tamaño. Sin embargo, en algunos casos, se invierte en pocas compañías, o con la mira puesta en el corto plazo, escenarios ambos que pueden salir muy bien o muy mal, por lo que se trataría más de especulación que de inversión.
ii) Reinversión de ganancias de las compañías
Las compañías, ya sea en su formato público o privado, es la única clase de activo que puede elegir qué hacer con el 100% de sus ganancias, pudiendo repartir un porcentaje a sus accionistas vía dividendos o recompra de acciones, e invertir el resto en el propio negocio. Sin embargo, esto no sucede en otras clases de activo. Por ejemplo, una empresa que emite deuda (renta fija), sólo puede pagar cupones y devolver el principal a sus inversores, no reinvierte un porcentaje en sí misma. Esto mismo ocurre con un inmueble en alquiler. Asimismo, las materias primas ni pueden reinvertir sus ganancias ni pagar al inversor, ya que no generan flujos de tesorería, solo dependen del movimiento de sus precios.
iii) Su mayor capitalización (incremento de valor) respecto a otras clases de activo
Como comentamos anteriormente, las empresas pueden reinvertir parte de sus ganancias en el negocio, lo que les permite incrementar su valor mediante nuevas inversiones. Según datos de Standard and Poors, las compañías que pertenecen al índice de referencia S&P 500, que es una representación de 500 grandes compañías de EE. UU., poseen un ROE (retorno sobre la inversión) promedio del 13%. Se calcula que estas compañías invierten la mitad del retorno del capital en su negocio, 6,5%, mientras que los dividendos y la recompras de acciones suman un 3,5%. Por tanto, la rentabilidad esperada total es de un 10%.
En conclusión, la renta variable, si bien posee múltiples bondades, estas no están exentas de riesgos, por lo que es imprescindible conocer su funcionamiento y los factores que inciden en su comportamiento antes de tomar decisión alguna en cuanto a su asignación en el cómputo patrimonial. En consecuencia, el inversor ha de esperar a cumplir sus objetivos de corto-medio plazo antes de dedicar un porcentaje relevante a esta clase de activo, pues la probabilidad de no perder capital aumenta cuanto mayor es el plazo de inversión.
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