¿Hay una inversión segura en tiempos complejos?
Cuando los tiempos son complicados los inversores intentan buscar refugio en activos que se consideran seguros. Pero, ¿existe ese activo que puede mantener su valor en tiempos complejos? Veámoslo con un ejemplo muy cercano: la inversión en oro durante el año pasado.
El contexto macroeconómico que protagonizó titulares de los medios de todo el mundo durante 2019, relatando las idas y venidas de la guerra comercial entre Estados Unidos y China o el brexit, entre otros asuntos, propició la incertidumbre en los mercados. Los bancos centrales se decidieron a intervenir indirectamente sobre la deuda provocando la proliferación de emisiones con rendimiento negativo y eso empujó a los inversores a salir a la caza de activos que mantuvieran su valor en tiempos inestables.
Todos estos factores convirtieron al oro en el activo ‘salvador’ del año. Fue adquirido por todo tipo de inversores, desde minoristas hasta bancos centrales, pero sobre todo por aquellos que ya no encontraban rendimientos positivos en las emisiones de bonos que antes sí los proporcionaban, y alcanzó máximos no obtenidos desde 2013.
En el gráfico de abajo se ve cómo el precio del oro va subiendo conforme se incrementa el volumen de deuda emitida con rendimiento negativo.
Realidad vs Ilusión
Son varios los analistas que creen que la fiebre del oro vivida de mayo a agosto (+16,5%) tiene pocos datos objetivos y mucho factor psicológico. Porque, ¿qué es lo que hace variar el precio del oro? En 1939 el primer ministro de Reino Unido, Winston Churchill definió a Rusia como “un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma”. Así se podría definir también el proceso de valoración del oro. Nadie puede aplicarle un precio racional, hace falta aplicar el factor psicológico, el peso de las emociones.
El psicólogo Daniel Kahneman, uno de los padres de la economía conductual o behavioral finance y premio Nobel de Economía en 2002, acuñó el acrónimo WYSIATI (What You See Is All There Is) para demostrar que muchas veces hacemos juicios o nos formamos impresiones únicamente con la información que tenemos, sin valorar su cantidad o calidad. No investigamos más allá.
Con la carrera por la inversión en oro puede haber pasado lo mismo. El inversor cree que se acercan tiempos difíciles y atiende sólo a sus emociones, sin pararse a analizar bien qué significa invertir en oro. Y, por desgracia, son muchas más cosas las que no sabemos que las que sí sabemos sobre los mercados, financieros y no financieros. Por eso es importante diversificar para poder alcanzar nuestros objetivos de medio y largo plazo.
Un inversor que hubiese invertido sólo en oro durante los últimos 40 años habría estado sujeto a los riesgos intrínsecos de ese metal sin premio final porque la rentabilidad no habría compensado el riesgo que habría asumido. Su patrimonio habría perdido poder adquisitivo porque la inversión no habría superado la inflación.
La rentabilidad del oro, antes de impuestos, y gastos de adquisición y mantenimiento (pueden rondar entre el 0,5% y el 1%, cifra muy superior a la de otros activos) no ha sido capaz de igualar a la inflación en los últimos 40 años. Fíjate en el gráfico de abajo que desmitifica al oro como activo refugio en el largo plazo.
¿Cómo nos podemos proteger entonces cuando llegan tiempos difíciles? Mediante la confección de una cartera de inversiones que invierta globalmente, de forma diversificada y que no sucumba a valoraciones psicológicas.
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