Introducción
No ha sido hasta fechas, relativamente recientes, que los estudios han mostrado un interés creciente por un aspecto determinante en el día a día del terreno económico y, sobre todo, el de los mercados financieros, el componente psicológico.
El miedo o la euforia, en sus puntos extremos, alimentan los momentos de crecimiento, así como también lo destruyen todo a su paso cuando se abona a la derrota. Y es ahí donde surgen y también se destruyen las burbujas.
Así pues, estos fenómenos han sido, son y serán una parte inherente a la economía y a los mercados financieros. Algunas se reproducirán y otras serán de nueva creación, pero lo que es seguro es que, para bien y para mal, seguirán siendo parte del proceso.
¿Qué es una burbuja?
Qué es en sí una burbuja es algo sencillo, el problema no es ese, sino que son pocos los que la suelen identificar antes de que estalle, por muy grande y de frente que haya estado.
En términos de mercados financieros, una burbuja se produce cuando los precios de un activo suben más allá de lo considerado racional. Y aquí está el problema, que lo considerado racional por uno, no tiene por qué coincidir con la consideración de otro, por lo que la euforia para seguir alimentando la burbuja se mantiene intacta. Es aquí cuando, como en el cuento de hadas de 1837 de Hans Christian Andersen, alguien empieza a darse cuenta de que el “rey va desnudo” fábula con un mensaje de advertencia: no tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad.
Sin embargo, el método más contrastado para hablar de burbuja va a posteriori. Solo cuando el mercado le pone cara, mediante un desplome vertical de los precios, es justo cuando realmente se ve que un activo ha estado inflado irracionalmente en una burbuja. Hasta ese mismo instante, si bien se habían ido produciendo avisos sobre lo que podía pasar, el componente humano habría impedido ver, lo que efectivamente estaba sucediendo delante de nuestros ojos.
Generación e implosión de las burbujas
No existe un camino como tal que explique cómo se crean las burbujas en los mercados financieros, es algo que, poco a poco y en silencio, se va generando, pero que acostumbra a venir con un soporte filosófico de que “esta vez es diferente”, las cuatro palabras más caras de cualquier inversor, por las graves consecuencias que pueden terminar llegando.
En un afán por obtener un rendimiento elevado, excesivo en ocasiones, es relativamente común que el mercado se deje llevar por los beneficios psicológicos de comprar un activo que ya ha experimentado subidas más que sólidas, con la esperanza de que sigan al alza. Hasta ahí no hay nada que salga de lo lógico. El problema lo explica muy bien la “teoría del tonto mayor”, según la cual, un inversor se hace con un activo ya caro, únicamente esperando vendérselo a otro inversor por un precio todavía mayor, todo ello sin ningún tipo de justificación más allá de que como ha subido hasta aquí, porque no a seguir un poco más.
Pero, del mismo modo que no hay una pauta que explique el origen de las burbujas, sí tiende a cumplirse el patrón de comportamiento del final de estas. Es ahí, cuando se destapa que el precio “elevado” de un activo era en realidad una burbuja, cuando se produce una espantada multitudinaria de la gran mayoría de los inversores, que no hace sino magnificar el estallido. Por su parte, los escenarios de salida, aunque tengan ese elemento de comportamiento humano, pueden ser de lo más variadas: shock externo que saca a la luz las debilidades del sistema, quiebra de una compañía que rompe el castillo de naipes, final de una moda y un largo etcétera.
Fases de las burbujas en los mercados financieros
Según el economista Hyman Minsky, especialista en el estudio de las burbujas, estas son las fases:
- Comienzo. En un primer momento, los inversores se dejan llevar por un escenario que promete ser un cambio de paradigma para el entorno económico.
- Boom. El precio del activo beneficiado por el cambio empieza a atraer la atención de la masa de inversores, con un incremento de las entradas de dinero.
- Euforia. En este punto es cuando la burbuja alcanza su máximo apogeo, con las valoraciones muy alejadas de lo que dictan los fundamentales.
- Toma de beneficios. Algunos inversores empiezan a plegar velas por miedo al estallido de los precios, una decisión a todas luces difícil, por cuanto en la mente de estos, significa dejar de seguir beneficiándose de una tendencia “ganadora”.
- Pánico. Aquí llega el punto final a la burbuja, con todos los actores de la misma sufriendo un agresivo desplome de los precios del activo inflado irracionalmente.
La historia que siempre se repite
Las burbujas no es que no sean patrimonio exclusivo de los mercados, sino que, incluso, son anteriores a estos. De las grandes burbujas, económicas y financieras, se considera pionera a la de los tulipanes de los Países Bajos en el siglo XVII. En esta, en la que los precios de esta planta experimentaron subidas exponenciales en menos de cinco años, llegando a valer más que una casa, la locura se instaló siguiendo las fases descritas por Minsky, con un final abrupto que, además, produjo una grave crisis económica en una de las potencias de la época.
De la primera a la última de las grandes crisis, la Gran crisis financiera de 2008, han pasado cerca de 400 años y más burbujas, además de la certeza de que seguirán produciéndose en el futuro. En esta ocasión, en lugar de tulipanes, fueron hipotecas contratadas por quienes no podían hacerles frente y concedidas por aquellos que no debían haberlo permitido.
Pero no solo eso, sino que entre medias no han sido pocos los fraudes que han desembocado en burbujas, generadas, una vez más, por el querer dejarse llevar por historias que suenan bien, pero que apenas cuentan con suficiente sustento. Y ejemplos no faltan, desde el célebre caso de la estafa piramidal de Bernard Madoff a algo tan mundano como la inversión en sellos o, salvando las distancias, el éxtasis colectivo que produjeron las primeras compañías de internet y que, una vez vista la falta de contenido, terminaron de forma abrupta con la crisis bursátil puntocom.
Conclusión
Las burbujas, con sus particularidades, son una constante de la vida económica que, por culpa del factor emocional, van a estar siempre presentes. Es por esto por lo que hay que luchar contra dicho factor, para lo cual, existen soportes para hacerles frente:
- Contar con un proceso definido de inversión que nos aleje de las tentaciones de las modas, ciñéndonos a las inversiones previamente definidas. Con ello hay que “prohibir” la inversión en activos o pseudo activos complejos, que no se entiendan o cuyo comportamiento no tenga una explicación racional detrás.
- En línea con lo anterior, ser consciente desde el primer instante en que se invierte, que el horizonte temporal es largo-placista, asumiendo también los vaivenes del mercado en periodos cortos.
- Huir de los “esta vez es diferente” o de esto va a ser una “revolución a futuro” y pensar que las historias atractivas, por muy bien que queremos que suenen, no suelen ser buenas inversiones porque, ya de por sí, pueden reflejar altas valoraciones de sus precios. Por ello, tenemos que aprender de la famosa frase castiza que reza: “el ultimo duro, se lo lleve otro”.
- Diversificar la cartera para minimizar las consecuencias de posibles contagios en los mercados financieros, incluso, si no se cuenta con posiciones en activos sobrevalorados.
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